Un día nuevo, una hora para el despertar, el café sobre la mesa y restos de abrazos tirados al mar.
Aquella parte de mi cuerpo grita, patalea, se enoja e intenta permanecer en pie.
La otra parte, aquella mas revoltosa, prefiere dormir y caer en sueños secretos.
La sociedad llora por un nuevo nombre y las noticias me revelan lo tan complicado de vivir.
Mis pensamientos se unen al ladrido de un perro y al paso de una señora que recién empieza a caer.
Mi libro en el sillón, el rayo de luz en mis ojos.
Y estoy sola, con miles de palabras escrita en mi diario y más recuerdos por resolver.
Con una lágrima a medio partir y una sonrisa por aparecer.
Esa llamada cómplice, esos eternos "te amo", y mi cabello despeinado.
El aroma a canela del mediodía, un sahumerio medio apagado, zapatos tirados.
Y mientras las cosas se desvanecen en el aire, en mi mirada se combinan en imágenes.
Y se forman rutinas, cotidianidades, sombras, atardeceres...
Y el cantar de mi guitarra sin una cuerda, las canciones de radio, nuestro tema.
Sueños de verano, pinceladas en tela, algún pantalón de bambula, coco y verbena.