Si, todavía mantengo ese dicho popular indio.
Ese resto que desapareció, se encontraba encerrado, sin aire dentro de mis pensamientos.
Lágrimas fuera del lugar.
Fue ese rincón mío que logro cortar mis cuerdas vocales esa noche sin ningún porque.
Que me hundió hacia algún lugar de mi infancia...
A un cuento feliz.
Necesidad absurda de gritar, de ponerme en posición fetal, de buscar la niña que fui.
Y pienso en viajar, en no detener esa energía nómade que me empuja dentro de mi cuerpo.
Como si al huir desaparecieran las personas, las palabras, los sentimientos.
Imaginándome al viento llevandóse mis penas,
como se lleva ese pedacito de mi alma.
Una hoja sustituye el polvillo que levanta la tierra.
Tomo mi lápiz.
Intento no sufrir.
Dramatizo palabras escandalosas que se forman en mi cabeza.
Busco sonrisas en recuerdos con colores.
Mi pulso vuelve a lo normal.
Estornudo...
La brisa intenta curar.
Tienes una magía en tus palabras que hacen cosquillas (de las buenas) a mis sentidos...
ResponderEliminarGracias por pasar! precioso lo que escribiste! nos leemos, te sigo!:)
ResponderEliminarExcelente blog y post.!
ResponderEliminarLlevas una linea estupenda que provoca seguir leyendo, y es cierto todo buscamos a aquel niño que perdemos... pero la cuestion esta en recuperarlo!
Saludos!
no he pestañeado ni una sola vez:)
ResponderEliminarNo conocía ese dicho indio. Qué bonito es.
ResponderEliminarSiente un gran abrazo, bellísima. Mucha luz :D
Es por que las brisas son frescas, en su generalidad. Por eso curan.
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